De pequeña adoraba colocarme en el oido los caracoles marinos para escuchar el sonido del mar.
Recuerdo la ilusión que me hacia sentir la magia de creer que los caracoles traían el mar dentro…
Hasta que un día, muy a mi pesar, descubrí que realmente lo que sucedía era que el caracol actuaba como un megáfono que amplificaba los sonidos de afuera, muy alejados al sonido del mar, pero que mi oído y mi cerebro identificaban como el sonido del mar.
O sea, la magia no estaba en el caracol, sino en mi oído y mi cerebro.
Entonces, un día decidí hacer un experimento, cambiar el caracol por mi propio corazón.
Para mi sorpresa también actuaba como un megáfono, pero ahora se amplificaban los sonidos de mi interior. Los cuales mi oído y mi cerebro identificaban como la voz de Dios.
La magia nunca está afuera, siempre está adentro.
Escuchar activamente no es solo prestar atención al mundo… también es escuchar nuestro corazón y la voz que nos guía desde adentro.
ESCUCHA ACTIVA - MI OBRA MÁS RECIENTE




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